martes, 14 de julio de 2009

Violemos el blanco con tinta negra

Me gustan las personas equilibradamente desequilibradas, que no desequilibradamente equilibradas. Aquellas que poseen su propia índole de locura rudimentaria. Las que, aunque saben que pueden perder, juegan sus cartas y creen en la victoria. Las que tienen claro lo que desean pero al mismo tiempo lo ponen todo en duda.

Aquellos que arriesgan.

Porque sin arriesgar no hay furor, ni vehemencia, ni arte, ni acordes, ni pinceladas sublimes, ni tinta china. El resto es parte de una danza taciturna, sin guión, sin decorado, sin audiencia, sin luz: afónica. Teatro desvestido en el trasfondo del fluido de una crónica sin vida.

Shhhhhh.