miércoles, 5 de noviembre de 2008
La soledad está sobrevalorada
En ocasiones, una tenue silueta se desliza sigilosamente a lo largo del pasillo que se expande entre nuestras celdas. El eco de sus pasos marca el comienzo de nuestras noches, aunque en realidad los horarios nos son indiferentes, pues cada noche aquí es como el día, pero sin nada que interrumpa nuestros pensamientos. Los primeros días te permites tener fe en llegar a conciliar el sueño algún día. Con el tiempo tus sentidos se percatan de que nadie es capaz de dormir por las noches. Exactamente a las doce, ya nada perturba nuestro silencio. Es en ese preciso instante cuando la soledad impregna de nostalgia los endemoniados barrotes que aquí nos retienen. Sé que es en este preciso lugar en el que el dolor ataca al alma sin escrúpulo alguno, y elimina todas y cada una de las huellas que conservábamos del ser que éramos en una vida anterior. Aquí, donde las noches se vuelven más insomnes que en ningún otro lugar.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)