sábado, 21 de noviembre de 2009

Chains of despair


Pudiera esta noche, quizá, escribir los versos más tristes del mundo. Asolada, derramar todo el agravio que causa la deficiencia recién conquistada. Rociar con sangre palabras liberadas del Tártaro de tu ausencia, escupir promesas sobre lo que no será mañana. Esbozar historias partiendo del desenlace (tan absurdamente concluso), del descarte de puntos y comas, sin mayúsculas que valgan. Sucumbir ante un suspiro relegado que evoque imágenes en tus pupilas. Omitir los colores que dialoguen sobre tu olor.

Pero todavía nos quedará el tiempo. El tiempo; para hablar de dolor.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Anochecía un 13 de noviembre, jueves.
Las calles habían sido relegadas bajo la luna de mercurio. Elevé la vista al cielo y creí descubrir al fantasma de una gran tormenta desventurada desplegando sus alas sobre una Barcelona marchita por sus pecados. Un halo de luz rasgó el cielo y un velo tejido de gotas de lluvia se derrumbó cual enjambre de fragmentos de cristal. El tiempo se detuvo un instante antes de que la primera gota arañara la tierra y mil y una lágrimas de antaño levitaron bajo la sombra del viento. Percibí la sobrecogedora caricia de un aliento rozándome la nuca y sentí cómo unos dedos férreos y perseverantes se cernían sobre mi piel.
Mis ojos escrutaron, a través de las motas de lluvia suspendidas, el rostro de la muñeca de porcelana que tomó mi mano y guió mis pasos de vuelta a la subconsciencia, congelando entre matices desgastados aquella presencia helada que trepaba por mi espalda.