Suzanne omite sus labios bajo el carmín. Y los ojos de negro. Rubia, rock n'roll all nite. Fulminante, meteórica. La ceniza del último cigarrillo inhala sus últimas bocanadas de alcohol, mientras un amante infame, el cualquiera, se hace una raya de exasperación.
- Acércate, nena. Vamos a pasárnoslo bien. Estás preciosa - le dice, comiéndosela con la mirada entre las sábanas.
Pero Suzanne siente los labios excesivamente caricaturizados, y los ojos consumados. Trazados en el vacío de la desvergüenza, tiznados como un cuadro extraviado para transmutar el rostro de la indecencia. Mas no sirve de nada, y la heroína se abre paso entre glóbulos rojos de consternación. Arroja el pintalabios contra su propio reflejo, que detona en el eco de carcajadas renegadas. Él se incorpora de un salto y se aleja, gritando por sus pupilas dilatadas, murmurando con el Bourbon abrasando sus dedos. A trompicones.
- ¡Estás como una jodida cabra! ¡Como una jodida cabra!
Y Suzanne vuelve a sumirse en su desequilibrado desamparo, entre fragmentos de cristal y sangre derramada.
Con los labios poseídos de escarlata y los ojos satirizados de negro.
Sin sonrisas, sin aplausos al bajar el telón.
1 comentario:
me quedo sin palabras
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