miércoles, 31 de agosto de 2011
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Si te pregunto sobre arte seguramente me darás detalles de todos los libros
de arte jamás escritos. Miguel Ángel. Lo sabes todo: vida y obra, aspiraciones
políticas, su amistad con el Papa, su orientación sexual… lo que haga falta.
Pero tú no puedes decirme cómo huele la Capilla Sixtina. Nunca has estado allí
ni has contemplado ese hermoso techo. No lo has visto.
Si te pregunto por las
mujeres, supongo que me harás una lista de tus favoritas. Puede que hallas
conseguido acostarte un par de veces. Pero no puedes decirme qué se siente
cuando te despiertas junto a una mujer y te invade la felicidad. Eres duro,
chico.
Si te pregunto por la guerra, me citarás algo de Shakespeare “De nuevo
en la brecha, amigos míos“. Pero no has estado en ninguna. Nunca has sostenido a
tu amigo entre tus brazos mientras exhala su último suspiro, mirándote;
pidiéndote ayuda.
Si te pregunto por el amor, me citarás un soneto. Pero
nunca has mirado a una mujer y te has sentido vulnerable, ni te has visto reflejado en sus ojos. No has pensado que Dios ha puesto un
ángel en la Tierra para ti para que te rescate de los pozos del infierno, ni qué
se siente al ser su ángel. Al darle tu amor, darlo todo. A pesar de todo. A
pesar del cáncer. No sabes lo que es dormir sentado en un hospital dos meses,
sostieniendo su mano, porque los médicos pueden ver en tus ojos que el término
horario de visitas no va contigo. No sabes lo que significa perder a alguien. Solo lo sabrás cuando ames a alguien más que a ti mismo. Dudo que te
hayas atrevido a amar a alguien de ese modo.
Vivimos del cuento.
Todo aquello que nuestros sentidos son capaces de percibir, lo que creemos, las imágenes del pasado e incluso los sueños. TODO ES UN CUENTO, una narración, una sucesión de efemérides y personalidades que imparten un contenido emocional. Sólo aceptamos como realidad aquello que puede ser narrado.
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