jueves, 29 de enero de 2009

Frenetic

Keara se inclinó para atrapar sus labios. Podía sentir cómo se abría paso hacia su alma mientras sus lenguas se entrelazaban.
Sus alientos se entremezclaron mientras ella se colocaba a horcajadas sobre su cintura.
Caleb gimió al descubrir que no llevaba nada bajo la camiseta. Sentía la piel húmeda y ardiente de los muslos de Keara mientras ésta se deslizaba sobre su vientre desnudo, haciendo estallar una hogera en sus entrañas. Deseaba poder percibir su aroma sobre la piel.
Todo su cuerpo se estremeció en oleadas de deseo cuando la mano de ella rodeó su rígido miembro.
Esa noche sería suya. Ya no había forma de huida, ni nada que los distanciara.
Volvió a estremecerse entre suspiros, con la respiración entrecortada mientras ella deslizaba la mano a lo largo de su miembro, tan endurecido que daba la sensación de que estallaría allí mismo.
Mientras tanto, sus manos delineaban cada curva y cada hueco, recorriendo su figura femenina. Deleitándose del suave tacto de su piel.

Rozó su cuello con los colmillos, y por primera vez desde hacía 1300 años sintió la sobrecogedora llamada de la sangre. Estaba terminantemente prohibido. A ningún cazador le estaba permitido saciarse con sangre humana, y tuvo que recurrir a todo el autocontrol que poseía para no hendir los colmillos en el hueco de su garganta.
Cediendo a regañadientes, asaltó de nuevo sus labios mientras deslizaba la mano bajo la camiseta en dirección a su entrepierna.
Keara se sobresaltó al sentirlo deslizarse en su interior, dejando escapar un suspiro de satisfacción y aceleró el ritmo de las caricias que le proporcionaba a su compañero.
Caleb no podía creer que estuviera tan mojada. Quería hundirse en esa humedad abrasadora. Desgarró la camiseta de arriba abjo antes de lanzarla al suelo, al tiempo que ella arqueaba la espalda cuando su lengua comenzó a juguetear con su pezón.
Él introdujo de nuevo los dedos allí donde más lo deseaba. Comenzó a trazar círculos, estimulándola hasta hacerla arder como si fuera lava; presionando con suavidad.
Keara quería más. Se moría por sentirlo dentro de ella, y más allá: quería ser su aliento, su tacto, su voz.
Y cuando alcanzó el clímax, resultó tan salvaje que echó la cabeza hacia atrás y dejó escapar un aullido.
No obstante, aún no habían terminado. Caleb aumentó el ritmo, y ella gimió de placer.
- Mírame -le pidió, mientras se frotaba contra ella-. Quiero que me mires a los ojos mientras te hago mía.
Y ella cedió.
Alzó las caderas y lo guió a su interior, rodeando su cintura con las piernas.
Un gemido gutural huyó de la garganta de él al observar el deseo voraz que se reflejaba en sus ojos, y la penetró aún más.
Sus gemidos se fusionaron mientras Caleb la embestía a un ritmo frenético, proporcionándole puro placer.
Un nuevo orgasmo se acercaba, y entonces sucedió. Se sintió fuera y dentro al mismo tiempo. Sintió sus embestidas, y al mismo tiempo cómo ella lo rodeaba. Como si fueran un solo ser.

miércoles, 7 de enero de 2009

¿Consejos?

Llega un momento en el que me canso de tanto consejo. La vida es un desfile de consejos, y los consejeros son tan solo personas infames que creen poseer algún tipo de autoridad moral.
Quiero cometer mis propios errores, reflexionar y deliberar si mis decisiones fueron las acertadas o no. Que no me sean amputadas las experiencias por la voluntad de un ente subordinado que cree saber más que los demás.
Más vale arrepentirse de algo vivido que añorar lo no vivido.

lunes, 5 de enero de 2009

Inexistencia del infinito

Transpasar los límites para hallar un rostro desencajado al otro lado del espejo, dueño de una mirada irreconocible. Verte como un desecho humano al borde de un precipicio, con un corazón más pesado que la pluma de Maat.
Borracho del conocimiento de la destrucción, de lo que se encuentra más allá de lo que nuestros ojos pueden ver. De lo que Nyx oculta entre las sombras.
Te transformas en un ente inferior, masa de caos y suciedad. Nadie puede distinguirte entre los demás.
Y el dolor más corrosivo es el recuerdo de que una vez poseíste ese algo que te hacía brillar, hasta cegar la vista de los que estaban a tu alrededor; que fuiste discordante, único e inimitable. Singular. Te creíste inmortal. Pero ahora te encuentras sentado al borde de un precipicio, con la mirada fija en las Keres.

Como el resto de la humanidad. Es la pérdida de uno mismo.

Delirio I

Los gusanos son la causa. Los gusanos son el comienzo.
Neurosis virtual.
Tú. Yo. Destello.
Rayos de fuego.
Fuego de luz.
¿Paranoia? Des-con-trol.
Viajes astrales.
Extraespaciales.
Lugar y momento apropiado.
Auras.
Un mínimo instante---> aleteo.
Sensaciones circulares.
El deseo de fundirnos, sentirme fluir en tu sangre, correr por tus venas.
Entornar la vista.
Escuchar los aullidos de un corazón abierto en canal.
Sacudidas eléctricas.
Un banco y dos sombras proyectadas en el suelo.
Acordes.
El telón se alza en un mundo teñido de rojo-púrpura.
Muerte entre bastidores.
Dos únicos supervivientes en la montaña rusa de la muerte.
Amanecer.

Todo. Al fin y al cabo.