martes, 18 de agosto de 2009

Delirios deshechos


Lloré hasta el punto de tener que buscar mis propias lágrimas para enjugármelas, hasta que no quedaron indicios de su existencia, hasta verse disueltas por mis mejillas. Lloré hasta inhalar agudamente bocanadas de un aire diáfano que nunca volvería. Lloré hasta comprender que ninguna compañía me hacía bien, que estaba sola y que siempre lo estuve. Lloré hasta perder la conciencia de todo lo habido y por haber, como un amante desamparado en el más profundo de los sueños. Lloré, porque mis susurros eran recortados por la soledad de mis palabras y mi respiración rasgada por mis errores y tropiezos. Lloré, porque sólo me quedaban los viejos recuerdos; turbias imágenes que apresaban tu mirada, decrépitas e imprecisas. Lloré hasta reírme de mis sollozos, hasta no poder parar, hasta sentir dolor en el vientre y seguir riendo, a carcajada limpia. Lloré hasta creer que eran las yemas de tus dedos quienes peinaban mis pestañas, porque de alguna manera me resignaba a seguir sin ti. Porque creía sentirme fuerte pero eras tú quien me brindaba esa energía,capaz de hacerme sentir el tímido rumor del viento desgastando mis labios. Lloré porque mi afán nunca fue el suficiente para hacerme creer verdaderamente que podías sentirte orgulloso de mí. Lloré, porque no comprendía que cada día era único e irrepetible y me conformaba con arrancarle las hojas a un calendario mediocre. Y lloré, para fusilar de una vez por todas el dolor que me ocasionaba sentirme tan insignificante en un mundo de gigantes devastadores.

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